La tasa de natalidad de Italia se está colapsando

Por Alessio Colonnelli –

La emigración agrava el problema y la inmigración no es suficiente. (English translation here.)

Emigrantes italianos, estación de Palermo (años sesenta).

A finales de 2018, los ciudadanos extranjeros que residían legalmente en Italia eran un 8,7% de la población, una cifra inferior a la de los estados vecinos –Suiza 25%, Alemania 11,7%, Austria 13,5% y Francia 11,8%–, lo que sugiere que muchos africanos y asiáticos ven el país como un mero lugar de paso.

De hecho, la afluencia de inmigrantes a Italia no es suficiente como para detener el descenso de su población. La gente, en algunas aldeas, simplemente no se ve ni se oye por ningún sitio. “Ni siquiera los perros se han quedado”, comentó el historiador norteño Lorenzo Ferrari el pasado mayo, después de caminar por el centro de Italia azotado por unos terremotos. Los pueblos de los Apeninos y del sur están especialmente afectados; y de hecho una combinación de terreno montañoso y latitud sureña parece literalmente letal.

¿Han oído hablar alguna vez de inmuebles bajo el sol italiano a la venta por un euro? Las estrategias creativas que los alcaldes del campo están utilizando para revivir las economías locales son encomiables. Al final, son recogidas y reportadas por las principales cadenas de noticias y periódicos internacionales, como el New York Times, en relación con la poco frecuentada región de Molise (también BBC lo mencionó no mucho antes).

Italianos, un pueblo de emigrantes

Pero, ¿algo de esto va a ayudar a un país en el que cada año emigran o mueren más personas que las que lo eligen como su nuevo hogar?

A principios de 2019, había 60.359.546 residentes en Italia: 124.000 menos que el año anterior, según ISTAT, el instituto nacional de estadística. Y mientras los efectos negativos de Brexit –incluyendo la probable negativa de las autoridades a conceder en muchos casos el estatus de asentamiento estable (settled status)– podrían empujar a muchos de los 700.000 italianos que residen en el Reino Unido a volver a la tierra ancestral, los demás –quizás la mayoría– simplemente se quedarán ahí.

Abandonaron Italia por el desempleo, en busca de mejores perspectivas de carrera o ambición académica; a veces se escaparon de familias patriarcales opresivas. Expectativas mal puestas pueden, con el tiempo, romper con los lazos. En algunos casos, difíciles de cuantificar, las personas dejaron Italia como resultado de una combinación cualquiera de estas causas. Lo de la emigración transalpina es un asunto muy complejo. Sin embargo, una cosa está clara para ellos: nada habrá cambiado en Italia mientras estuvieran en el extranjero.

Tasa de natalidad muy baja

Un tema correlativo que se está volviendo crónico es la baja tasa de natalidad del país. Esta tendencia negativa comenzó a principios de los años 90, hace más de un cuarto de siglo. Las mujeres están teniendo 1,32 hijos por cabeza, una cifra que debería ser de 2,1 para sostener la economía. ISTAT afirma que las mujeres inmigrantes en Italia tienen un promedio de 1,9 hijos; las italianas sólo 1,2.

“Las personas comunes, en las calles, no son economistas, no están estudiando la relación entre el déficit y el PIB, pero pueden sentir que la gran deuda pública de Italia significa que habrá menos dinero en el futuro”, dijo Marco Valerio Lo Prete recientemente al Financial Times en Roma. “La correlación no es lo mismo que la causalidad, pero es interesante que tanto Japón como Italia tengan deudas públicas muy altas y tasas de natalidad muy bajas”, añadió el periodista, coautor de un libro sobre la demografía italiana. Los italianos se sienten desilusionados por los días y años venideros, de ahí su reticencia a tener hijos.

La política nacional

¿Pueden los inmigrantes ayudar más? ¿Qué los detiene? Hacer preguntas inusuales mientras se examina el estancamiento demográfico de Italia nos lleva a profundizar el papel de la política nacional. Consideremos primero esto: el país es el principal puerto de escala de los barcos africanos, donde también paquistaníes, bangladesíes y afganos suelen empezar el último tramo de su largo viaje.

Recientemente, el número de estos barcos que desembarcan en las costas italianas ha disminuido considerablemente. El ex ministro del Interior Marco Minniti, del Partido Democrático, de centro-izquierda, decidió ayudar a la guardia costera libia (pero también a la policía de Níger) tanto económicamente como con nuevos equipos para frenar la afluencia de inmigrantes.

En junio de 2017, un promedio de 12.000 inmigrantes llegaron cada 48 horas durante aquel mes. Muchos consideraron, con razón, que eran demasiados para un país de 60 millones. “La oleada de junio ha tenido lugar después de la llegada de 60.228 inmigrantes a Italia por mar en los primeros cinco meses de 2017, con 1.562 muertos en el Mediterráneo. El número de migrantes de Libia este año está en camino de superar los 200.000 registrados el año pasado”, anotó Patrick Wintour del Guardian y añadió que “hubo 22.993 llegadas en mayo. Desde principios de 2016, sólo julio y octubre del año pasado [2016] han visto un mayor número de llegadas por mar. Los nigerianos son la primera nacionalidad declarada, aproximadamente un 15% de los que han llegado en 2017, seguidos por los bangladesíes (12%), guineanos (10%) y marfileños (9%)”.

Sin embargo, Minniti fue criticado por ello por la facción izquierda de su amplio partido; pero tampoco fue elogiado por Matteo Salvini, su sucesor de derechas. Este último se atribuyó todos los méritos para sí mismo, no queriendo conceder nada a un oponente político.

Los analistas calculan que las llegadas de inmigrantes a través del Mediterráneo disminuyeron en un 77% entre el primer semestre de 2017 y el 1 de junio de 2018, el último día de Minniti en su trabajo ministerial. En 2019 las cifras eran aún más bajas: 11.471. Salvini continuó el trabajo de Minniti. Quizás cabría destacar, en su favor, el hecho de que Salvini obligó de alguna manera a los países europeos a enfrentarse al desagradable debate de no dejar a Italia sola en el trato con las repentinas masas de recién llegados.

De este modo, mientras que la emigración está agravando el problema de la caída de la natalidad en Italia, la inmigración no es suficiente para resolverlo, siquiera en parte. Las consecuencias de todo esto en las finanzas públicas y en el sistema de pensiones van a ser dramáticas. La gente no quiere establecerse en el país, ya sean italianos o no italianos de paso. ¿Y por qué no? Una pregunta corta, pero que a los estadistas italianos siempre les ha costado contestar.

(Por Alessio Colonnelli, 22 de enero de 2020; aquí traducido al inglés por el autor. Twitter: @co1onne11i.)